sábado, 3 de marzo de 2012

EL DISCURSO DEL REY

Fuí a visitar a mi hermanita, sus dos niños, de 7 y 3 años, buscaban afanosamente la atención de Pato mi hijo menor, los grandes hablaban elocuentemente contando las historias de sus juegos, el pequeño Iker solo repetía, da da da da Pato. Con que facilidad hablaban, con palabras rebuscadas que repetían de las películas, disfrutando de la tarde y la compañía.

Mas tarde, regresamos a casa y empecé a ver la película "El discurso del Rey", que trata de la inseguridad de Jorge VI, lo que le producía tartamudear.

Es incleíble como actos injustos hacia los niños pueden cambiar el futuro de los adultos, como un maestro que no hace "química" con un alumno, o le recuerda a alguien que le desagradaba, desquitándo sus traumas y conflictos con ese pequeño ser en desarrollo.

Jorge VI, Rey de Inglaterra, recordaba cada vez que hablaba a su niñera que lo pellizcaba haciéndolo llorar porque su preferido era su hermano David, lograba que sus padres cambiaran su percepción hacia él como una persona débil.

Quizás llegó a ser el Rey de Inglaterra, pero en su corazón solo recordaba ser el indefenso niño de 5 años que era atacado por su niñera, ni el poder, ni el dinero pueden contra lo que queda grabado en su pequeña mente.

Nosotros como padres, maestros, tios etc., recordemos que cada palabra que le digamos a ese niño, marcará lo que podrá ser de grande. La solución está en nosotros ¿Verdad?

SEGUI TUS HUELLAS EN EL MAR...

Seguí tus huellas en el mar,
Tan perfectas,
Nos marcaban el camino,
Por donde debíamos pasar,
Saltando ese lado agreste,
Suavizando la arena al andar.
Y seguimos tras de ti,
Tú sin perder el destino
Con nosotros detrás,
Viendo hacia el sol,
Buscando el mejor lugar.

Entretenidas en ti,
Solo seguimos tus pasos,
Sin preguntarnos siquiera
¿Como lo hará?
¿Lo podremos lograr?
Dabas pasos seguros,
Siempre volteando hacia atrás,
Buscando que no nos perdiéramos,
Soportando esa tarea,
Que te llegó sin pensar.


Y te seguíamos así,
Tratando de imitar tu elegante paso,
Viendo volar tu pelo,
Siguiéndote sin ni siquiera voltear.
Tan segura, tan linda,
Marcando así el camino,

Volteando hacia atrás,
Para llevarnos hacia ese lugar,
Que quisiste siempre,
Con nosotros andar.


Eres ese ejemplo,
Nuestra imagen de seguridad,
Eres esa prueba real,
Que si seguimos juntas,
No habrá obstáculo,
Que nuestro amor
No pueda lograr!
A mi hermana mayor que es el ejemplo que siempre quiero lograr!

SOÑE QUE TENIA UNA HERMANA

Soñé que era niña, jugaba con ella y juntas inventábamos historias fabulosas, éramos princesas de un reino encantado, donde el perro que intentaba huir, protagonizaba al príncipe que moría por nosotras.
Soñé que en mi soledad, venía a acompañarme, cuando sola en casa, esperaba por mamá, me llamaba para que juntas, inventáramos un manjar, que sin receta, hacíamos en la cocina.
Soñé que me defendía, cuando alguien intentaba hacerme daño, llegaba y con dos palabras ¡Disuadía al agresor!

Soñé que desesperada por que ya en carrera, mis neuronas no podían con esa materia que me atormentaba, estaba ahí para mi. Que las opciones de ropa se duplicaban con su ropa y la mía. Que juntas conocíamos al hombre ideal y paseábamos como amigas. Imaginábamos juntas lo que seríamos al crecer y todo lo que lograríamos juntas.
Soñé, que en mis días de dolor, le hablaba para contarle mis penas y que siempre encontraría la palabra adecuada para alentarme, haciéndome la vida mas llevadera.
Soñé que le hablaba para contarle que a mi hijo se le cayó su primer diente, que mi nena bailaba, que mi bebé sabía contar hasta cuatro y compartía mis alegrías.
Me despierta el timbre del teléfono, y contesto-¿Bueno? Una voz familiar responde, Hola Manis ¿Como amaneciste? ¿Te sientes ya mejor? ¡Que bueno!
Te dejo porque tengo que ir a ver a mi hijo a la natación, ¡Te quiero!

Hermanita, no construiste el palacio que soñamos, no pudiste defender a todos los niños maltratados, no lograste salvar al mundo junto con tu héroe favorito, pero lograste lo mejor, ¡Ser una persona sin igual!
Gracias por ser quien eres, por haber logrado ser tu misma y por darnos la oportunidad, a quienes te rodeamos, de conocerte y disfrutar de ti.
A mis hermanitas que son el amor que me guía!

YA LLEGO PAPA (Por Laura Roa)

Alguna de nosotras avisaba, y yo, exhalando pensaba: ¡ya llego papá!, todo está bien.
Cuando papá llegaba a casa, era el evento que culminaba mi día. Aunque, el tener y dividir su atención entre cuatro hermanas y mamá, no era sencillo.
Pero con el sólo hecho de que te mirara y con su magnética sonrisa te pasara su mano por el pelo... la seguridad, apoyo y amor que implicaba para mí este gesto, era lo que necesitaba para completar mi día.

El matrimonio de mis padres se fue acabando entre peleas e infructuosas reconciliaciones, seguidas por más agitadas peleas y vanas reconciliaciones. Con el tiempo, papá seguía llegando a casa, pero su estancia era cada vez más breve. Hasta que llegó el momento en que sólo llegaba a dormir. Sería más justo aclarar que los últimos años que vivimos juntos, sólo su cuerpo llegaba a dormir a casa, porque su corazón, pedacito a pedacito se quedaba en otro lado. Era algo evidente, casi palpable.
La ruptura por fin se dio. Lo manejamos, tan bien o tan mal como nuestra razón, influencias o conocimiento nos dio a entender.

Como en todo divorcio, todos perdimos.

Perdí a mi padre por cierto tiempo, y con ello la seguridad, aprobación, validez y apoyo, pero se sintieron una eternidad. Duele tanto recordar, que ni siquiera intento estimar cuántos años fueron. La ausencia de papá me pesaba. El hueco emocional, espiritual, que sólo un papá puede llenar, se hacía cada vez más grande.

Tiempo después que nuestra relación se restableció, la distancia era la constante en nuestra relación. Rencor, resentimiento y tristeza me embargaba al cuestionar el por qué teníamos que vivir tan alejados.

Después de mucho trabajo restableciendo nuestra relación, hoy por hoy la distancia es un factor en mi relación con papá, pero no es lo que la define. Por la distancia y a pesar de ella, hemos aprendido a tener una relación significativa.

A pesar que ahora no sólo nos separa la distancia sino hasta una frontera, se que papá habita muy cerca porque siempre lo llevo en mi corazón. Lo llevo en mi sangre, en mi color de piel. Reside en la forma de mis labios, en mi sentido del humor. Mora en mi terquedad y orgullo. Vive en mi determinación de querer lo mejor para mi familia y en el amor incondicional que siento por las personas que amo.
Aunque lejos geográficamente, ya nunca está lejos emocionalmente.

Cuando lo hecho de menos, sólo cierro los ojos, pongo mi mano en mi pecho, al sentir el latido de mi corazón, exhalando pienso... ¡ya llego papá! Todo está bien.